Gracias por la luz (Eduardo V. Vecino Cardoso)
El mundo se muere entre el tú y el desmayo de la mentira.
La tarde es la mirada que se vuelve esquiva.
El yo esquizofrénico se despertó en la puerta del barco encallado, sobre la torre en el desierto.
Cada personalidad manipula la otra; el sensible ojo,
desde la muñeca tranquila,
es la siguiente encantadora; y, la encantadora se vuelve brutalmente en una nube negra secando la noche.
Destruyendo las imágenes antes creadas.
Volverá a girar la tormenta en el carretel del mundo,
cada vez más deprisa, girarán las agujas de la incomprensión,
marcando otro personaje en la ruleta,
tirar la bola, dejar rebotar los tiempos,
y otra vez aparecen las múltiples personalidades de un mundo imaginario decayendo en la prisa.
La tarde es la mirada que se vuelve esquiva.
El yo esquizofrénico se despertó en la puerta del barco encallado, sobre la torre en el desierto.
Cada personalidad manipula la otra; el sensible ojo,
desde la muñeca tranquila,
es la siguiente encantadora; y, la encantadora se vuelve brutalmente en una nube negra secando la noche.
Destruyendo las imágenes antes creadas.
Volverá a girar la tormenta en el carretel del mundo,
cada vez más deprisa, girarán las agujas de la incomprensión,
marcando otro personaje en la ruleta,
tirar la bola, dejar rebotar los tiempos,
y otra vez aparecen las múltiples personalidades de un mundo imaginario decayendo en la prisa.
Eduardo V. Vecino Cardoso
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